Juchitán, Oaxaca.- (Cortamortaja) 17 de Noviembre de 2021.- A Manuel lo ataron entre los tres hombres. Él no pudo defenderse, y sí lo hizo no sirvió de nada. Atrancaron bien la puerta y las ventanas de la casa de teja. Manuel dentro gritaba. Los golpes lo dejaron moribundo. Era el castigo por un supuesto robo de ganado cuya ganancia compartió con algún amante. Ese fue el pretexto para que sus dos hermanos y su padre lo agarraran a garrotazos.
1938 el año que corría en Juchitán cuando el crimen sucedió. Nadie denunció a los tres hombres por el daño que causaron a Manuel, un muxe’ de la Quinta Sección. Al contrario, los varones de su familia terminaron por encerrarlo en la cárcel municipal, el tío fungía como comandante de la policía local. Él era un criminal para sus verdugos de sangre, no había perdón, era muxe’.
María, la hermana, relató a sus 80 años el crimen con la voz entrecortada en una vieja grabación que el escritor zapoteca Víctor Cata posee y que forma parte de uno de los cuentos que integran su libro Guichiyoo/ Testamento.
A la madre de Manuel se le prohibió verlo y visitarlo, sólo tenía permitido enviar todos los días comida para su hijo que fue acogido por una vecina en su casa hasta su muerte, semanas después. A Manuel su progenitora lo veló en la troje, su cuerpo no descansó en el altar familiar ni en la casa de los santos mayores, los asesinos no lo permitieron.
María contó que su madre murió de tristeza y de dolor. Sobre la vida de Manuel se habla aún en voz baja entre los familiares vivos.
Para el investigador juchiteco los crímenes de muxes siempre existieron en la historia moderna de los zapotecas del istmo, el problema es que no están documentados en libros, quizás en periódicos, muchos como crímenes pasionales, que quedaron en eso, pero no como asesinatos con tintes homofóbicos.
En los años 30, cuando se dio el crimen de Manuel en Juchitán, explica el estudioso de la cultura zapoteca, se tenía en el exterior una idealización del istmo, un lugar romántico y hasta matriarcal, tal y como lo pinta Miguel Covarrubias en su libro El sur de México, pero ese retrato es porque el investigador platicaba con mujeres que no tenían marido.
“Estas mujeres eran dueñas de sí, controlaban y mandaban su casa, ellas impresionaron a Covarrubias, pero la mayoría de las zapotecas estaban sometidas al marido y a los hijos varones, como el caso de la madre de Manuel que no pudo detener el asesinato de su hijo muxe’. No pudo denunciar, se le prohibió cuidar al hijo golpeado. Considero que nunca existió un reino ideal para los muxes que vivieron su vida alegre y dignamente”
La lapidación no sólo es física, con piedras y palos, tal y como lo explica el diccionario, también se da con las palabras, con los gestos y las acciones que provocan daño sicológico a los que la reciben.
De discriminación, Dayana podría llenar un cuaderno describiendo los actos ofensivos que ha sufrido en sus 27 años de vida, pero igual podría hablar sin parar de las formas en que se ha plantado para vencerlos desde el activismo a favor de la defensa de los derechos humanos de la comunidad muxe’ / trans en una pequeña población del Istmo de Tehuantepec que no supera los cinco mil habitantes.
Dayana Gallegos Castillo es una joven estilista que se considera muxe’ gunna ( muxe’ que se viste con la ropa tradicional de la mujer istmeña) de la población de Santiago Niltepec, ubicado en la zona oriente del Istmo, en donde fue nombrada como la primera muxe’ que ocupó el cargo de directora de diversidad sexual dentro del Ayuntamiento municipal en el 2017.
El espacio público que consideró sería respetada, fue donde sufrió su primera discriminación laboral; la secretaria de la presidenta municipal remitía todos los documentos oficiales con su nombre oficial de hombre y nunca de Dayana, lo que le atrajo muchos conflictos y decidió por el cambio de género ante el INE y el Registro Civil.
“Recuerdo que además de esta situación en el trabajo, me enfrentaba al acoso en el espacio de esparcimiento. Mientras pertenecía a un equipo de volibol femenil, el equipo contrario me recriminaba ser biológicamente un hombre, un día una de las señoras me dijo- el día que en tu INE diga que eres mujer entonces te respeto- eso terminó por convencerme de hacer el cambio. Ya con la existencia de Dayana de manera oficial, la discriminación no paró, pero ya no lo permití, disminuyó cuando el pueblo vio que mi activismo está enfocado a tener una comunidad más igualitaria” , comenta satisfecha.
Al ser Niltepec una comunidad donde todos se conocen, no han faltado las personas que soliciten a Dayana ser madrina de bautizo de sus hijos, pero de esta celebración religiosa católica no se le permite participar ni a ella ni a ningún muxe’, trans o lesbiana del pueblo, el sacerdote de la iglesia prohibió que los integrantes de la comunidad LGBTTTIQ tengan un papel importante en las celebraciones litúrgicas.
“Los muxes y las lesbianas no pueden participar en la iglesia, no pueden asumir ningún cargo en celebraciones patronales, ni en rituales, estamos vetados por el sacerdote homofóbicos, ni siquiera podemos ir a misa porque nos van atacar. Yo puedo ser madrina de bautizo en otros pueblos cercanos a Niltepec, así que puedo decir que en mi pueblo sufrimos de discriminación religiosa.”, explica vía telefónica.
Pero Dayana no es la única que ha sufrido discriminación religiosa en la región del Istmo, de acuerdo al primer estudio realizado en el 2020 por Mexfam desde el proyecto Transformándome, donde fueron encuestadas 128 personas muxe/trans que viven en 7 municipios en el Istmo de Tehuantepec, el 50 % de las encuestadas fueron rechazados o las excluyeron de actividades sociales como fiestas patronales del pueblo.
El mito de que los muxes y trans viven en un paraíso en Juchitán o en cualquier otro pueblo del Istmo de Tehuantepec se viene desmoronando en los últimos años a través de voces como la de Dayana , que desnudan la discriminación que sufren desde la niñez y en todos los espacios; la casa, la escuela, la iglesia y los lugares públicos.
La idealización que se difundió durante años en el mundo a través de diversos medios como la televisión, revistas, documentales y cine, a partir solamente de la visualización de la parte festiva de la comunidad muxe’, es contrastada por primera vez con estadísticas que exponen una realidad que siempre ha existido pero que poco se ha socializado, la discriminación y la violencia.
Los números son alarmantes, pero dan luz tanto a organizaciones, activistas e instancias gubernamentales sobre la línea que deben de seguir para crear verdadera políticas públicas que favorezcan la no discriminación, por consiguiente no se violenten los derechos humanos y no se agudice más la desigualdad social.