Juchitán de Zaragoza, Oaxaca.- “Mi reumatismo duele más, ahora por la noche siento que la fuerza de mis piernas se acaban, pero eso no importa, nosotros podemos vivir con eso o sin la reuma, pero mi casa, ¡se derrumbó!, ¡todo!, ¡nada quedo!…”- dice Na juanita Che - mientras sus manos soban sus canillas, morena clara, que el refajo y las enaguas han guardado de los rayos del sol.
Se unta alcohol con marihuana, en ambas piernas. – sonríe – es una sonrisa dolorosa, la sobada que se da, va acompañada de recuerdos que le duelen, ochenta años sobre su espalda se dicen fácil, pero son años que ha vivido, entre caídas y levantadas.
“Con el terremoto, sentimos la muerte, pensaba que la tierra se abriría y nos tragaría, por un momento mire hacia arriba y le dije a Dios, ¡si es nuestro destino, que se haga tu voluntad Señor, pero ya termina!, yo ya estoy vieja, pero mis nietos, el xhunco apenas tiene siete meses, es un inocente – dice - mientras en sus ojos se a perlan lagrimas duras, que se resisten a salir y se columpian en sus pupilas, como dos gotas de lluvia agarradas de la lámina del techo.
Na Juanita va explicando con suavidad ese momento que pasó, cuando los 8.2 grados del terremoto movieron la tierra y derrumbo casas, templos, llevándose vidas de aquellos que habían quedado sepultados.
“Primero fue el temblor, después la lluvia, ahora es el viento, que más viene, no lo sé” – dice -, dibujando en su rostro la tristeza dolorosa de haberlo perdido todo, “perdí mi casa, mis hijos también perdieron sus casas, nos quedamos con los brazos cruzados, sin nada, vino el presidente, ese que dicen Peña Nieto, junto con Murat, dijeron que iban ayudar, a quien, quien sabe, pero ellos hablaron que iban ayudar…” subraya, mientras trata de agarrar de su memoria ese momento cuando ambos gobernantes prometieron ayudar a los damnificados de Juchitán.
“Mira a mí que se desbarato mi casa me dieron 15 mil pesos, porque disque hubo una falla, mi hija Gabina, no salió su nombre en la lista, ahora, dicen, que tiene que esperar hasta dentro de 15 días para ver si llega su tarjeta, como esta eso pues…”.
Cuando ella habla de su memoria van saliendo sus recuerdos, que están guardados muy adentro, que parece un libro abierto de vivencias, ella, a pesar de sus años, en su rostro se puede observar la finas líneas que destacan su belleza, que hace un equilibrio perfecto con la sonrisa blanca, en una línea muy pareja sus dientes que armonizan su rostro. Sus brazos aún conservan la redondez envidiable de la juventud que ya se ha ido, haciendo de su figura la estampa clásica de una juchiteca sobria, envuelta en su ropa típica que la muestra como una diosa mitológica de los zapotecas.
A doña Juanita se le vino el tiempo de su vida restante en un solo golpe, como si de repente hubiese vivido más de lo que le correspondía, perdió todo, sus bienes quedaron convertidos en escombro, su historia misma quedo suelta en el aire de octubre que comenzó azotar sin clemencia en los refugios, que alzaba las lonas, y casa de campaña que algunos países hermanos habían regalado al pueblo de México, de forma muy particular a los juchitecos.
Enrique Peña Nieto ofreció ayuda al pueblo devastado, el discurso emotivo de los primeros días después del terremoto del 7 de septiembre, animaron al pueblo, sin embargo conforme fueron pasando los días, la realidad se fue haciendo más dura.
La ayuda económica del empleo temporal llego al pueblo de Juchitán un mes después del terremoto, de donde fueron beneficiados alrededor de 14, 900 familias, con un monto de $ 2,370 pesos en efectivo, sin embargo para recibir ese dinero, los beneficiados tuvieron que hacer una larga fila y espera de más de 48 horas, dando palos de ciego, sin ni una información oficial que orientara sobre ese dinero que habrían de recibir.
Mientras que las tarjetas de BANSEFI que el gobierno Federal otorgó a los propietarios de inmuebles con daños parciales y pérdida total, llegaron a los beneficiados después de casi dos meses del terremoto.
Una entrega que se hizo ordenada y fluidamente, sin embargo el desorden impuesto por aquellos que en un principio hicieron el censo de las viviendas afectadas salió a flote, cuando algunos con pérdida total, recibieron tarjetas con daño parcial, mientras que otros, con daños parciales recibieron tarjetas de daño total, es destacable señalar que en los casos donde las viviendas tuvieron daño parcial y recibieron tarjetas de daño total, varios no fueron sinceros y se quedaron callados ante esta equivocación, para gozar de este beneficio que no les correspondía.
A dos meses del terremoto la reconstrucción de la ciudad es muy incipiente, situación que se arrastra ante la desorganización total de las autoridades municipales, quienes no tuvieron la capacidad de estrechar una trabajo conjunto entre municipio, estado y federación, quienes siempre han privilegiado el interés político que se avecina y que en breve habrá de vivir el país, estado y municipio con el cambio de sus autoridades.
Funcionarios estatales, nativos de la región no perdieron el tiempo y se aprovecharon para hacerse publicidad pensando en lo que viene, algunos otros guardando la ayuda humanitaria para sus campañas políticas, en busca del nuevo puesto.
A dos meses del terremoto son muchas las viviendas que se encuentran colapsadas, representando un peligro para el transeúnte, sin embargo hasta este momento aún no reciben la atención correspondiente.
Las calles en su mayoría se encuentran con escombro, no han tenido la atención correspondiente, tras el supuesto, de la falta de capacidad del gobierno municipal para hacer frente a esta contingencia.
Son miles de toneladas de escombro que en este periodo el gobierno federal recoge en la ciudad. Las enormes palas excavadoras demuelen diariamente las viviendas, miles de personas viven aún en la calle en casas de campaña, otros, arrimados con sus parientes, aquellas cocinas familiares concluyeron su función. Es de reconocer que esta situación llevó a flote la realidad juchiteca, que entre las mis familias, solidaridad que ensalzan sus canciones y que fue un estilo de vida de ese Juchitán que ya se fue, mostró la cruda verdad que con este terremoto no hubo tal solidaridad humana, incluso entre los mismos familiares el egoísmo, la falta de humildad y humanidad estuvieron presentes, destrozando la convivencia, separando esos núcleos que se antojaban sólidas y que mostraban fortaleza inquebrantable, de la noche a la mañana se vieron envueltas en el chisme y el cuchicheo barato y demoledor, a pesar de la presencia de los replicas telúricas que de acuerdo al Sismológico Nacional registraba más de 9500.
Muchas familias terminaron peleándose, otras que habitan algunos albergues hicieron de estos lugares su forma de vida, disfrutando gratuitamente alimentos a pesar de tener la posibilidad de comprar los víveres que necesitaba.
Los políticos de todos los colores no perdieron la oportunidad de publicitarse en medio del dolor que vive la ciudad, algunos repartiendo lonas, víveres que obtenían de los centros de acopio que ellos mismos organizaban para tomarse la foto, para inmediatamente subirlos al Facebook, anunciándole al pueblo que ellos estaban trabajando a favor de los damnificados, falacia increíble, que bajo ningún sentimiento de culpa, no se empachaban a mostrar en las redes sociales.
Por otra parte los pocos negocios dedicados a la venta de productos de construcción, mostraron sus colmillos afilados, subiendo los precios inmisericordemente, con la clara visión de llevarse la mayor cantidad de dinero que respaldan esas tarjetas, que por cierto en algunos casos, los fondos se volatizaban para beneficiados anónimos y casas de empeño.
Los músicos organizados todos elevaron sus plegarias de cuarenta días del terremoto, a través de un concierto que apenas mostro de lo que es capaz la solidad y unión entre todos, esa convivencia que pudo hermanar el dolor y el sufrimiento común. Lo hicieron posible a través del concierto que llevaron a cabo frente a palacio municipal, donde mágicamente entre nubes se dibujó la cruz en el cielo, que recordó la grandeza de Dios en este momento de crisis.
Los juchitecos arraigados a sus costumbres y tradiciones llevaron a cabo la fiesta del Xandu, encendieron sus velas y el humo del copal, señaló el camino donde se encontraban los familiares únicamente, debido a que las viviendas muchas, yo no existían y quedan escombros de lo que habían dejado cuando partieron.
Hoy son dos meses del terremoto, la ciudad metida en su dolor, en medio del escombro, y el futuro se ve lejana y solo la reflexión y el encuentro de la solidaridad y hermandad podrá sacar adelante lo que todos saben: a los juchitecos les corresponde reconstruir su ciudad devastada y, de ellos depende el tiempo que dure. Nadie más vendrá. En pocos días toda la ayuda y la presencia policiaca, así como llego se ira y, nuevamente las calles y la ciudad continuará su vida, solos, con los mismos problemas, la misma o mayor delincuencia, con las mismas promesas de campaña, con la diferencia de que existe una ciudad devastada que urge reconstruir.