Habrá que reconocer, que cuando el presidente Lázaro Cárdenas, 1934-1940, expropió el Petróleo, lo hizo de buena fe. Le animaba el sentimiento de que el país debe ser dueño de lo que existe en sus entrañas: agua, minerales, energía, etc.
Consecuencia del acto, vino la obligación de cubrir la indemnización por los bienes expropiados. La gente se acercó hasta el Palacio Nacional llevando sus ahorros, dinero y en especie. Al tiempo de mostrar su sincera solidaridad con su gobernante, ayudar con algo para el pago de la deuda, cubierta hasta el régimen de don Adolfo López Mateos, 1958-1964, cuando se emitió el último cheque por ese concepto.
Transcurría el tiempo, con los campos petroleros del macizo continental del paleozoico de Chicontepec, Nanchital, Las Choapas, en Veracruz, Cactus, Samaria, etc., al igual que en las aguas someras del Golfo de México, en la Sonda de Campeche donde se descubrió uno de los yacimientos más ricos del mundo, Cantarell y otros campos, repletos de hidrocarburo crudo, tuvo el gobierno el aval, o garantía, para recibir como crédito, miles de millones de dólares.
“Vamos a aprender a administrar la abundancia” consignó cínica, irresponsable y frívolamente, el presidente López Portillo. El mismo, que acuñó la frase, desgraciadamente con algo de verdad, de que “la corrupción somos todos”, aunque como todo en la vida, hay sus honrosas excepciones.
Y qué pasó con la abundancia, esos miles de millones de dólares se “aplicaron” o se dilapidaron en otras cosas, incluso para engordar bolsillos y cuentas bancarias de funcionarios de alto y mediano nivel de la pirámide gubernamental y específicamente de PEMEX. Desde arriba hasta abajo, los funcionarios otorgaban contratos millonarios a compañías, con “moches”; por trabajos que no se hacían o hacían mal, pero que se pagaban bien, que agregan horas extras de jornada a sus cuates que tampoco son devengados, pero que se pagan puntualmente en la “catorcena”, con cargo a las finanzas de la paraestatal, Ingenieros con camionetas de modelo nuevo, más tiempo a su servicio privado que para su labor obligada, sin responder por su mantenimiento, “total, es del pueblo, que lo pague el gobierno” alegaban como para “justificar” el descarado abuso. Y qué decir del Sindicato Petrolero: Venta de plazas al mejor ´postor, de turnos que al trabajador eventual tiene que “pagar” con hacer “labor de militancia”, en muchos casos en los ranchos y otras propiedades, de los líderes, dudosamente adquiridos con el “sudor” de su frente. Aparte, tenían que cubrir obligadamente una cuota de su salario y si se niega el trabajador eventual, o lo denuncia, no habrá más turno de trabajo para él. Los líderes, coludidos con los funcionarios, al parecer lo hacen aún, se convirtieron en los verdaderos “dueños” de la llamada “empresa productiva, o improductiva? del Estado”, hasta heredar “ “plantas” a sus hijos y parientes. No el pueblo, como se ha dicho.
Así que, ahí tienes amable lector, quien o quienes, unos más, otros menos, corrompieron PEMEX que a los 82 años de la Expropiación no tiene futuro. De verdad se rescatará por este gobierno?
En efecto, hoy, cómo está PEMEX?: con una deuda superior a 110 mil millones de dólares, los campos secos, hay que invertir en ellos para sacar algo de crudo, en lo que va de este sexenio tiene una pérdida de más de 1 mil millones de pesos, se dice que las refinerías funcionan hasta en menos del 50% de su capacidad instalada, el Huachicol, robo de combustible, sigue dándose y lo peor, se reconoce que sale más barato comprar gasolina a los Estados Unidos, que procesarla, luego con el impacto del cambio climático ya no se recomienda consumir energía fósil, del petróleo pues. En fin, es algo de lo mucho que hay de negativo en esta industria, que se ha documentado en libros, notas periodísticas en trabajos de investigación, etc. Ojalá se reivindicara PEMEX, al tiempo.